Lo bueno se acaba pronto. El verano debería ser eterno, o más
que el verano, las vacaciones…
Agosto tocó a su fin y septiembre se presente cargado de retos,
metas y superaciones diarias. Después de unas vacaciones de ensueño toca la
vuelta y os aseguro que vengo con las pilas muy cargadas.
Veréis me he
propuesto la gran meta de participar en el descenso de la ría de Navia el año
que viene (os dejo el enlace de la página abajo por si os interesa y queréis
echarle un vistazo) la etapa que me gustaría hacer es de 1700 metros y aunque
mi forma física es más bien baja (por no decir nula) empezaré a entrenarme
desde el lunes. Me ayudará una gran amiga de la infancia que estuvo muy metida
en el mundo de la natación y que de hecho fué parte del equipo de natación de España.
Se quedó bastante sorprendida cuando le dije mi deseo de hacer esta travesía y más
aún el motivo de esta, pues no es ganar ni competir por un premio, sino una superación.
Quiero demostrarme a mí misma que puedo hacerlo, que puedo tener una meta y que
puedo superarla. Quiero un sacrificio para una recompensa que para mí va a ser aún
mayor que una medalla o una copa. Quiero demostrarle a la gente que sufre esta
enfermedad tan dolorosa que con esfuerzo y constancia las cosas salen. Estoy mentalmente
centrada y muy emocionada, de echo estoy como loca por que llegue el lunes para
poder meterme bajo el agua y nadar con todas mis fuerzas. No me va a importar
el dolor ni el cansancio pues sé que voy a ir a por todas.
Mi principal y único
objetivo es llegar, y os juro que no me importa el puesto en el que me quede,
pues es algo que para mí carece de total importancia. Solo quiero llegar y poder
decir “lo hice, y tú también puedes”
Os iré contado poco a poco sobre esta pequeña aventura.
Mientras disfrutare de estos últimos días de “relax “que me quedan hasta el
lunes
Os envió un besazo enorme y muchísima fuerza.
Ser felices y no os rindáis nunca!
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