Aunque ella no lo sepa, muchas veces espero cruzármela por algún pasillo porque sé que me esperan dos grandes cosas de ella: una, es esa sonrisa que tanto cariño y comprensión transmite, y otra, es ese ¿Cómo lo llevas rosita? Es más, muchas veces necesito ese ¿Cómo lo llevas rosita? Ella carga con el dolo al igual que yo, y aunque su compañera no se llame Espondilitis anquilosante, tiene un nombre igual de chungo, Fibromialgia. Es curioso por que cuando mi compañera y yo nos juntamos a contarnos nuestros dolores ( y lo que no son dolores) tenemos una especia de conexión especial, siento que de verdad estoy hablando con alguien que lleva a sus espaldas la carga de vivir con dolor al igual que yo, con nuestros días mejores y peores, pero con dolor. Estoy empezando a creer, y cada día que me cruzo con ella y pasa esto me reafirmo más, que es una buena terapia emocional. Una vez a la semana nuestros pasillos se juntan y solo nos hace falta una mirada para saber como podemos es
Un camino nada fácil, un lugar donde reunirnos para caminar juntos.